lunes, 22 de agosto de 2011

Un jueves en Fray Bartolomé de las Casas y Chisec


Estas escapadas suelen empezar a primera hora de la mañana, haciendo que los largos trayectos en coche se conviertan en largas siestas un tanto moviditas. Esta vez nos recogen a las 6 am para vivir una nueva e interesante experiencia, y nos montamos en el auto más de los permitidos, como ya es costumbre (¡cuando vamos sólo 5 da la sensación de tener demasiado espacio!). Del inicio del viaje no se acuerda nadie, a excepción de Miguel que si no se acordara me preocuparía, pues era el conductor. La primera parada fue para engullir un suculento desayuno (tortilla de queso y tocino, banano frito, frijoles, tortillas, zumo de naranja natural y cafetito). Y de nuevo en el coche, ya más desveladas y descansadas, comenzamos a conversar, escuchar historias y observar por las ventanillas. Y es que creo que observando es la mejor manera de aprender de lo que nos rodea. Chiquillos de escasos 6 años andando por las orillas de las carreteras, cargados con algún que otro material y cuidando de sus hermanos pequeños. Perros que  creen que la carretera es el mejor lugar para tumbarse a descansar. Cerdos que se consideran animales de compañía y campan a sus anchas por los alrededores de las casas sin vigilancia. Aldeas enteras pintadas con los colores y logos de los diferentes partidos políticos que, con afán de conseguir el mayor número de votos, hacen promesas a esas personas sin recursos ni conocimientos, promesas que probablemente no cumplirán jamás. O vacas de las más curiosas que hayamos visto jamás: con joroba, con orejas gachas, con demasiados kilos de menos… ¡Y es que creo que Guatemala es el único lugar en el que uno puede encontrar vacas a las que se les marcan las costillas!



Entre sorpresa y sorpresa, tras 4 horas de traqueteo, llegamos a nuestro destino. El objetivo principal de la visita era hacer ciertos pagos y estudiar la viabilidad de ampliar una plantación de árboles, y el nuestro aprender de esos negocios y plantaciones concretas, que son totalmente desconocidas para nosotras. Apuesto a que muchos de vosotros no sabéis de dónde sale el látex o el material con el que se hacen los hules de mesa… Nosotras tampoco lo sabíamos hasta el día de ayer. Ese misterioso material se llama caucho y sale de unos árboles llamados hules, a través de un procedimiento de lo más largo y monótono: se le realizan unas incisiones al árbol periódicamente, a través de las cuales brota un líquido blanco que se va almacenando en un recipiente, al que luego se le añade amoníaco para tener al fin el producto deseado. Y todo esto resulta de una inversión cuantiosa que tiene un retorno esperado al cabo de 11 años, si todo va bien.



Un poco más sabias que a nuestra llegada, proseguimos nuestro viaje hacia el centro educativo de Talita Kumi en Chisec. Allí nos acogieron con los brazos abiertos, nos enseñaron las aulas y los terrenos, ¡e incluso nos cantaron una canción de bienvenida! Fuimos alumnas de unas muchachitas de entre 12 y 14 años, que nos mostraron y explicaron un sinfín de cosas interesantes. Y uno se pregunta cómo es posible que alguien tan chiquito sea capaz de cultivar, cocinar, limpiar, trabajar y estudiar a la vez (sobrevivir al fin y al cabo) en unas condiciones y entorno que muchos calificarían de infrahumano e injusto. ¿Y qué hacemos nosotros? Somos víctimas de ataques de estrés y cansancio cuando tenemos 2 clases al día y prácticas 5días a la semana. Realmente admirable por su parte y exageradamente penoso por la nuestra, para que engañarnos.




Para acabar de redondear el día hicimos una última parada de camino a casa, momento que aprovechamos para degustar unos licuados deliciosos y una tarta rica rica para celebrar el cumpleaños de Miguel.



Últimamente hemos aprendido mucho de muchas cosas, ya sea de política, de economía, de fauna y flora, de negocios y de otros temas turbios que no hace falta explicitar. Todos y cada uno de los detalles de los que nos empapamos hacen que nuestra visión de este país y sus gentes sea cada vez más amplia y completa, haciendo que seamos conscientes de esta realidad tan diferente a la nuestra.
Se acerca de manera precipitada el final de esta maravillosa experiencia y todavía no soy consciente de que ya casi han pasado dos meses, todo un verano. Y es que si me dijeran que lo alargara un par de meses más, no dudaría ni 5 segundos en dar una respuesta afirmativa.


Todas expertas en crear este suculento manjar que comemos a diario y que se conoce como tortillas. Ricas ricas.

1 comentario:

  1. Eso, aprended a cocinar, que cuando lleguéis haremos una cena turca, una brasileña y otra guatemalteca

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